1. Usas mucho (DEMASIADO) detergente
Si llenas el cacito del detergente para medir la cantidad que vas a echar, que sepas que estás viviendo una mentira. Más jabón NO es sinónimo de ropa más limpia. En 2010, The Wall Street Journal advirtió sobre la epidemia de “derrochadores de detergente” y demostró que el exceso de jabón crea una “marea espumosa dentro de la lavadora, que hace que elementos como la tierrecilla y las pelusas se queden sobre el nivel del agua impidiendo que la ropa se aclare correctamente”. Es decir, se crea una especie de pompa de suciedad por la que tu ropa nunca estará del todo limpia. Entonces, ¿cuánto detergente se necesita? Kerr recomienda echar entre un tercio y la mitad del cacito, dependiendo de lo sucia que esté la ropa. Normalmente, existe una delgadísima línea que marca la mitad del cacito, pero a veces apenas se ve.
2. No dejas que el detergente se disuelva con agua fría
Hay mucha gente que piensa que es preferible lavar cualquier material a temperatura baja para proteger la ropa y ahorrar energía. Suele funcionar, pero también hay muchos detergentes que no se disuelven bien en el agua fría (sobre todo, el detergente en polvo). En la etiqueta de muchas marcas se especifica que son aptas para el agua fría. Si quieres pecar de precavido y eres más de ciclos fríos, quizás te interese comprar detergentes de ese tipo.
Si llenas el cacito del detergente para medir la cantidad que vas a echar, que sepas que estás viviendo una mentira. Más jabón NO es sinónimo de ropa más limpia. En 2010, The Wall Street Journal advirtió sobre la epidemia de “derrochadores de detergente” y demostró que el exceso de jabón crea una “marea espumosa dentro de la lavadora, que hace que elementos como la tierrecilla y las pelusas se queden sobre el nivel del agua impidiendo que la ropa se aclare correctamente”. Es decir, se crea una especie de pompa de suciedad por la que tu ropa nunca estará del todo limpia. Entonces, ¿cuánto detergente se necesita? Kerr recomienda echar entre un tercio y la mitad del cacito, dependiendo de lo sucia que esté la ropa. Normalmente, existe una delgadísima línea que marca la mitad del cacito, pero a veces apenas se ve.
2. No dejas que el detergente se disuelva con agua fría
Hay mucha gente que piensa que es preferible lavar cualquier material a temperatura baja para proteger la ropa y ahorrar energía. Suele funcionar, pero también hay muchos detergentes que no se disuelven bien en el agua fría (sobre todo, el detergente en polvo). En la etiqueta de muchas marcas se especifica que son aptas para el agua fría. Si quieres pecar de precavido y eres más de ciclos fríos, quizás te interese comprar detergentes de ese tipo.
3. No llenas bien la lavadora
Si vas a poner una lavadora completita, deberías meter la ropa más sucia al final, y no al principio. Ten en cuenta, además, que si echas el detergente directamente al montón de ropa cuando el agua ya ha empezado a salir, corres el riesgo de que el jabón no se disuelva, lo que significa que la ropa saldrá manchada de detergente, y que la faena habrá sido inútil (y frustrante).
4. No separas bien la ropa
¿Sabías que si metes tus mallas de deporte con el forro polar, las mallas saldrán llenas de pelusillas? Pues ahora ya lo sabes. Lava todo lo que sea elástico con cosas del mismo material. Por otra parte, tampoco es del todo recomendable lavar las toallas con otras prendas de algodón, mejor esperar a tener una buena cantidad de toallas y lavarlas todas juntas.
5. Estás abusando del suavizante
Ya sabemos que huele bien y deja la ropa muy suave. Y que a todos nos encanta el osito de Mimosín. Pero el suavizante a veces tiene consecuencias negativas para la tela. También resulta problemático para las toallas, pues reduce su capacidad para absorber la humedad. Kerr afirma, además, que el suavizante puede quedarse en la lavadora y producir manchas en la ropa. Si no eres capaz de prescindir de la supersuavidad, Kerr sugiere añadir la mitad del cacito a la ropa durante el ciclo de lavado, y seguro que huele igual de bien.
Si vas a poner una lavadora completita, deberías meter la ropa más sucia al final, y no al principio. Ten en cuenta, además, que si echas el detergente directamente al montón de ropa cuando el agua ya ha empezado a salir, corres el riesgo de que el jabón no se disuelva, lo que significa que la ropa saldrá manchada de detergente, y que la faena habrá sido inútil (y frustrante).
4. No separas bien la ropa
¿Sabías que si metes tus mallas de deporte con el forro polar, las mallas saldrán llenas de pelusillas? Pues ahora ya lo sabes. Lava todo lo que sea elástico con cosas del mismo material. Por otra parte, tampoco es del todo recomendable lavar las toallas con otras prendas de algodón, mejor esperar a tener una buena cantidad de toallas y lavarlas todas juntas.
5. Estás abusando del suavizante
Ya sabemos que huele bien y deja la ropa muy suave. Y que a todos nos encanta el osito de Mimosín. Pero el suavizante a veces tiene consecuencias negativas para la tela. También resulta problemático para las toallas, pues reduce su capacidad para absorber la humedad. Kerr afirma, además, que el suavizante puede quedarse en la lavadora y producir manchas en la ropa. Si no eres capaz de prescindir de la supersuavidad, Kerr sugiere añadir la mitad del cacito a la ropa durante el ciclo de lavado, y seguro que huele igual de bien.
6. Secas todo con el mismo programa de secado
Muchas secadoras nuevas especifican bien las diferentes opciones de secado dependiendo de las prendas que quieras secar. Sin embargo, si posees un modelo más antiguo que sólo ofrece las posibilidades “secado normal”, “prendas delicadas” o “secado a presión”, puede que pienses que la primera opción vale para todo. Pero no es así. Kerr afirma que, al ser el programa de mayor temperatura, es mejor para las prendas más pesadas. ¿Y el secado a presión? “Es un ciclo de calor medio con aplicación de frío al final para que no queden demasiadas arrugas, para camisas y prendas de este tipo”, explica. Una valiosa lección.
Y tú, ¿has descubierto con éste artículo que cometes algún error al poner la lavadora?
Muchas secadoras nuevas especifican bien las diferentes opciones de secado dependiendo de las prendas que quieras secar. Sin embargo, si posees un modelo más antiguo que sólo ofrece las posibilidades “secado normal”, “prendas delicadas” o “secado a presión”, puede que pienses que la primera opción vale para todo. Pero no es así. Kerr afirma que, al ser el programa de mayor temperatura, es mejor para las prendas más pesadas. ¿Y el secado a presión? “Es un ciclo de calor medio con aplicación de frío al final para que no queden demasiadas arrugas, para camisas y prendas de este tipo”, explica. Una valiosa lección.
Y tú, ¿has descubierto con éste artículo que cometes algún error al poner la lavadora?
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